Las rápidas mejoras genéticas del cerdo blanco han llevado a un incremento de la prolificidad de las cerdas, que han pasado de unos 10 a unos 15 lechones por camada en los últimos 10 años.
Teniendo en cuenta que el número de tetas por cerda es de 14-16, ya desde el parto la demanda de leche sobrepasa las capacidades de la madre. El incremento del número de lechones ha implicado un menor peso al nacimiento.